De este modo, se pone de manifiesto el cariño y la ilusión que un montón de gentes anónimas ofrecen al representar la Encarnación del Hijo de Dios. La Ruta del Belén plasma el arraigo de esta tradición cristiana y el ingenio y el entusiasmo de sus impulsores.
La Ruta hace brotar nuestra capacidad de sorpresa. Cada Belén resulta peculiar, único, íntimo y entrañable y, al visitarlos, no sólo nos maravillamos de las destrezas artesanales o de la imaginación de sus creadores sino que conocemos los hermosos pueblos de nuestra geografía.
Recorrer la Ruta del Belén en Navidad es siempre una buena opción. Un tiempo para revivir, con los más cercanos, el verdadero espíritu navideño.